“De una manera u otra somos partes de una sola mente que
todo lo abarca, un único 'gran
hombre(...)'”
The Spiritual Problem of Modern Man, Collected Works 10: 175
Este es un breve
comentario sobre la figura del psicólogo y psiquiatra suizo Carl Gustav Jung
(1875-1961) que fijó, con su extensísima obra, los pilares de una nueva forma de entender la
psicología, aunque en los medios universitarios españoles todavía es ignorado.
Su vasto trabajo de
investigación nos invita a un viaje profundo hacia aspectos del ser humano que
requieren de una mente abierta e intuitiva, acostumbrada a ver por debajo de la
superficie y a entender la riqueza que esconden los mitos y los símbolos.
La validez de las teorías de
Jung reside en la universalidad de muchos de sus conceptos. El arquetipo, el inconsciente personal y
colectivo, la sombra, el animus y el anima, el self o si-mismo, entre otros,
forman parte de un modelo de desarrollo psicológico que se adapta perfectamente
al lenguaje simbólico de la astrología, y ambos van de la mano al servicio de
la autorrealización del ser humano.
Jung superó a su maestro,
Sigmund Freud, en muchas cosas, porque amplió totalmente el campo de visión de
éste e incorporó conocimientos de las tradiciones orientales en la elaboración
de sus teorías. Se introdujo en el Budismo, practicó técnicas de Yoga y
Meditación, estudió Astrología e incorporó en sus consultas los Mandalas como
medio artístico para el trabajo con el inconsciente.
Analizó
desde el punto de vista psicológico determinados aspectos de la Historia que le
tocó vivir y de la religión, tanto la occidental como la oriental.
Su
trabajo principal fue, sin embargo, a través de la interpretación de los
sueños. Navegó por las aguas nebulosas
del inconsciente dando luz a las imágenes oníricas y se topó, incluso, con
fenómenos paranormales, a los que no dudó en considerar también como dignos de
estudio.
Para
acercarnos a Jung, es interesante leer su Autobiografía, Recuerdos, sueños y pensamientos, y el libro El hombre y sus símbolos, que escribió junto a sus más cercanos
colaboradores y donde trata de la importancia de los símbolos, de los sueños,
del inconsciente, de los mitos antiguos, de la individuación…
Sus libros son pura erudición,
pero es imprescindible leer alguno de ellos, sobre todo si estudiamos y practicamos una Astrología
psicológica.
Los astrólogos humanistas como Dane
Rudhyar y Alexander Ruperti bebieron de esta fuente en la primera mitad del
siglo pasado, y posteriormente le siguieron los astrólogos y astrólogas de la
rama psicológica, como Stephen Arroyo, Liz Greene, Howard Sasportas y tantos
otros.
Es difícil hablar de Astrología
y no entender qué es un arquetipo, qué es la sombra, el anima o el animus, qué
significa ‘sincronicidad’ o cómo conciliar la teoría de las cuatro funciones de
Jung con los cuatro elementos de la Astrología, por ejemplo. Cuando hablamos
del proceso de individuación o del si-mismo estamos remitiéndonos a Jung, del
mismo modo que lo hacemos cuando diferenciamos entre el consciente y el
inconsciente.
Pero aunque Jung pueda ser
considerado como la encarnación de un nuevo paradigma del conocimiento
psicológico humano, su impulso no debe quedarse ahí, como si no fuera posible avanzar
más.
La Astrología psicológica tiene
una función inestimable en el momento actual, porque necesitamos acceder a un
mayor autoconocimiento, pero la vida nos impulsa a ir más allá, a ser cada vez
más y mejores en un camino de transformación, y es la misión de la Astrología
transpersonal recordárnoslo.
Por el momento, la luz que
irradió Jung desde su centro radiante (su Sol y Urano en Leo), todavía centellea
en numerosos compartimentos del saber
humano, entremezclándose con otras teorías que son otras luces, algunas muy antiguas y otras muy
modernas, dejando un lugar para aquellas que ineludiblemente deberán nacer.
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