Hoy más que nunca la palabra "crisis" resuena en nuestros oídos. Los grandes cambios a los que nos estamos viendo sometidos en los últimos años se han acelerado bruscamente y la percepción generalizada de la vida viene, para la mayoría de la gente, teñida del color de la incertidumbre, de la angustia, de la tristeza, y de otras tantas emociones que se hacen difíciles de soportar, sobre todo cuando se escuchan cada día, en cualquier sitio, y en tantas bocas diferentes.
Las crisis son cambios. Cambios que se producen en toda la sociedad o cambios individuales por circunstancias que nos atañen personalmente. Sean del tipo que sean, las crisis invocan un cambio necesario en las circunstancias sociales o individuales; tienen un sentido, un significado, una razón de ser que no siempre comprendemos. Incluso a veces tienen que pasar algunos años hasta que el significado de lo que ocurrió se haga luz en nuestra consciencia.
Dane Rudhyar dice en uno de sus libros que:
Dane Rudhyar dice en uno de sus libros que:
"la crisis es necesaria, pero la forma que tome no es inevitable. El estado de cambio y transición, el hecho de que haya un trastorno, son necesidades de la experiencia humana; pero el cambio social no es preciso que signifique una revolución violenta, tal como una crisis personal de crecimiento no es menester que produzca enfermedad, neurosis o insania."
Sin crisis no hay transformación, no hay evolución. Pero lo peor de todo es el dolor y el sufrimiento que causan y que nos parecen tan inútiles.
A veces las crisis son causadas por acontecimientos externos que no podemos controlar; otras veces, las causas son más personales y, por ello, las manejamos más fácilmente. La actitud que tomemos ante ellas nos facilitará o nos dificultará el camino de salida a las mismas.
Si entendemos las crisis como procesos vitales necesarios para nuestro desarrollo personal, dentro de un marco de evolución "espiritual", quizás el dolor y el sufrimiento sean más soportables y, con el tiempo, cuando afrontemos nuevas crisis, posiblemente dispondremos de herramientas que nos hagan el camino un poco más fácil de transitar.
Aceptar cada minuto que vivimos como parte de un proceso que nos da la posibilidad de llegar a ser mejores de lo que somos es el gran mensaje de los momentos de crisis. Podemos esperar a que la perturbación pase para volver a la situación anterior sin haber cambiado, o podemos transformarnos a través del dolor o la angustia y salir de la crisis con algo más aprendido y con un mayor sentido de la libertad personal. Podemos seguir formando parte de lo mismo o actuar a favor de nuestro si-mismo interior, centro de nuestra consciencia. Podemos bloquearnos y empeñarnos en mantener una actitud individualista hacia el mundo o revertir el fruto de nuestro aprendizaje en los demás.
Meditemos profundamente para que aquéllo que podamos ofrecer a la vida tenga la calidad de lo verdaderamente transformador y el sello de nuestra individualidad única y creadora.
La cita es del astrólogo Dane Rudhyar, sacada del libro "La astrología y la psique moderna", p.216
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